Además de ser una palabra muy de moda en los últimos días, un blockchain es, también, un término que plantea una enorme revolución no solo en nuestra economía, sino en todo tipo de ámbitos y dado que cada vez se utiliza más es necesario conocerlo. ¿Qué es entonces la cadena de bloques? Un gigantesco libro de cuentas en los que los registros (los bloques) están enlazados y cifrados para proteger la seguridad y privacidad de las transacciones. Es, en otras palabras, una base de datos distribuida y segura (gracias al cifrado) que se puede aplicar a todo tipo de transacciones que no tienen por qué ser necesariamente económicas. Esa cadena de bloques tiene un requisito importante: debe haber varios usuarios (nodos) que se encarguen de verificar esas transacciones para validarlas y que así se registre en ese gigantesco libro de cuentas. (En cada bloque hay un gran número de transacciones que eso sí, es variable). El proceso de su funcionamiento es relativamente sencillo; pero, como decimos, implica a más personas. Sus usuarios no están solos y formarán parte de un gran grupo que se encargan de comprobar que todo el proceso se produce como debe ser antes de realizar la transacción final.