La vestimenta no queda fuera de las normas de etiqueta que cotidianamente debemos poner en práctica en nuestro trabajo. Recordemos que, en horario laboral, nuestra presencia representa la imagen de la institución donde nos desempeñamos, además nos convertimos en embajadores de la compañía y en los responsables de transmitir credibilidad de los productos y servicios que se ofrecen.
También, la apariencia habla de nuestra propia marca personal y, por otra parte, vestir adecuadamente para el trabajo es reflejo de nuestra personalidad y de nuestra autoestima.
En el entorno laboral, es importante que el vestuario se adapte a una serie de lineamientos: la hora del día, las actividades que realizamos, dónde lo hacemos y con quiénes nos relacionamos, ya que los códigos de vestimenta pueden llegar a variar incluso drásticamente en varios sectores del quehacer profesional.
En cuanto al mundo de los negocios, conviene resaltar que dos características son fundamentales a la hora de vestir: la elegancia y el estilo.
La elegancia es un rasgo que está al alcance de todas las personas y no depende de un presupuesto elevado; implica armonía, sencillez y discreción a la hora de vestir.
La elegancia no se limita a los atuendos, esta es también una actitud, una forma de ser y de comportarse.
Si se desea ser una persona más elegante, se puede optar por llevar atuendos con colores que tradicionalmente la representan, como negro, azul marino, gris, verde olivo, marrón, vino y blanco, los cuales son ideales para la oficina y además son fáciles de combinar entre sí. Esto no significa que solo se deban utilizar estos colores, sino que deben ser la base y lo que predomine en el clóset.
Las piezas básicas son también una excelente opción para lucir elegante en el ámbito empresarial, y definitivamente vale la pena invertir en ellas. A un vestuario constituido principalmente por prendas básicas, se le puede agregar un artículo de tendencia pasajera o muy marcada, esto para darle un toque que destaque la esencia de quien lleva el atuendo, siempre teniendo en cuenta no caer en excesos.
Para lucir elegante también es importante llevar prendas que tallen bien al cuerpo, por lo que llevar la ropa al sastre para algunos ajustes es lo que va a ayudar a que parezca que fue hecha a la medida.
En cuanto al estilo, este se refiere a aquellas formas externas que expresan la esencia de cada persona. Al igual que la elegancia, el estilo no solo se manifiesta en la forma de vestir, sino también, en la manera de hablar y actuar.
En ocasiones es difícil imprimir nuestro estilo al vestuario de oficina, sobre todo cuando se lleva uniforme, por lo que la mejor manera de hacerlo es recurriendo a los accesorios, los más recomendados son aquellos en tonalidades neutras como oro o plata.
Finalmente, es digno de mencionar que la personalidad se complementa con una buena actitud, el cuidado de la higiene personal, así como del lenguaje oral y escrito.