Estudios más recientes dicen que la falta de empleo, educación, salud son los problemas de que más adolece el país. Por ejemplo, en cuanto al aumento de precios en la canasta básica y de otros bienes y servicios, no es necesario tener tantos datos oficiales para saber que esto va en escalada; y los factores pueden estar asociados a muchos indicadores, no solo internos sino también externos, como la pandemia del COVID-19, aunado a esto la guerra entre Rusia y Ucrania, que afectó al planeta entero, sobre todo aquellos bienes considerados como comodities, que son las materias primas para la generación de productos básicos. “Entre estos comodities podemos mencionar el petróleo y el trigo, que son bienes que alimentan a una cadena de producción”.
A partir de las décadas 70 y 80, la inflación ya era tan alta, pero la opinión pública no lo percibía muy grave como hoy. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), en sus estadísticas financieras, en 1975 la inflación en El Salvador fue del 19,1 %, esto es entendible porque entonces el país había entrado en una crisis política que dio paso a la guerra civil. Para el año 1980, la inflación era de 17,4 %, en 1985 de 22,3 %, y en 1986 del 31 %. Sucedía así porque el país estaba en medio de la guerra, y en este último año se sumó el devastador terremoto.
En 1990, casi finalizando el conflicto armado, la inflación era del 24,3 %; para 1993, después de la firma de los Acuerdos de Paz, comienza a bajar la inflación, llegando al 18,5 %.
Para 2021, según datos del FMI, la inflación en El Salvador fue de 3,5 %. Hasta enero del presente año, la inflación es del 7,34 %, según datos de Trading Economics.
La población hoy en día no solo resiente los precios de la canasta básica, sino también los de otros bienes y servicios que han venido a ser parte de la vida de los salvadoreños, como, por ejemplo: el pago de los deliveries de bienes y servicios, entre ellos de comida, que no se pagaba en los años 70 y 80; el uso de la telefonía móvil, de internet y de cable, entre otros, que hacen más cara la vida en el mundo actual.
La crisis económica no solo afecta al país, sino al mundo entero, para salir adelante además de con el gasto racional en los hogares también con el gasto racional del Estado salvadoreño, abarcando dos sectores importantes para los pueblos: la salud y la educación. Esta última impactada, también, por los cambios abruptos que hubo en el sistema educativo a escala mundial en las clases al pasar de presenciales a la modalidad en línea, teniendo los estudiantes un choque emocional, por lo que muchos han sufrido de ansiedad y depresiones, y un porcentaje considerable desertaron en todos los niveles del sistema educativo.
Lo anterior lo afirma la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, concluyendo que afectó no solo a la región latinoamericana, sino también a otros 195 países. Hoy, que se vuelve progresivamente a la presencialidad en las clases, se notan los efectos de la pandemia: estudiantes más retraídos y con un grado de comodidad en el aprendizaje.
Este impacto en la educación, sumado a la crisis económica del país, puede retraer más, a futuro, el crecimiento económico, porque nadie duda de que los ambientes de aprendizaje abruptos contrajeron la matrícula en todo el sector educativo, y eso a mediano o largo plazo afecta el crecimiento económico, sobre todo en los grupos sociales más vulnerables, en los que la única solución a sus necesidades es la educación. Bajo este contexto, los sectores educativo y gubernamental enfrentan grandes retos para proyectar una educación innovadora y oportuna, con proyectos y sistemas innovadores, en los que se abran oportunidades para que todos aquellos que están en edades escolares tengan fácil acceso accedan fácilmente a la educación formal.