En los distintos círculos que frecuentamos, se dan ciertas manifestaciones que reflejan nuestras cualidades interiores, aquellas inherentes a nosotros y que son parte de nuestra personalidad. Todas estas cualidades no son ajenas al mundo social y tampoco al corporativo, están ahí presentes para tener en cuenta en todo momento. Es posible que muchas de estas características de las que te hablaré el día de hoy, hayan sido adquiridas en la niñez y muchas otras a lo largo de la vida.
La etiqueta tiene como base el comportamiento humano y es por eso por lo que no podemos dejar de lado estas cualidades personales.
La primera de ellas es la prudencia. Al relacionarse con otros, ya sea en la esfera social o profesional, es relevante valorar y considerar prudentemente toda aquella información u opiniones que vamos a compartir con los demás, ya que, aunque a veces no sea nuestra intensión, con lo que decimos, hablamos o preguntamos podemos traspasar una línea muy delgada y resultar molestos o inoportunos.
Saber escuchar también es una cualidad valiosa al momento de relacionarnos con las personas que nos rodean. Para sostener una buena conversación, no solamente es necesario el uso de las palabras adecuadas al hablar, es incluso de mayor importancia prestar atención a todo aquello que nos dicen, pues es de esta información que dependerán nuestras respuestas. Algo que escucho con atención puede incluso ser la respuesta o la solución a una situación en particular, por lo que si interrumpimos a la persona con la que estamos hablando no solamente quedaremos como un mal conversador, sino que también podríamos estar perdiendo información útil.
La serenidad es la tercera cualidad o herramienta de valor y que, al igual que las anteriores, va de la mano en la etiqueta. Aquella persona que es serena tiene la capacidad para mantener los buenos modos en todo momento. En ocasiones se nos presentarán eventos incómodos o conversaciones que podrían volverse discusiones. Como sabemos, este tipo de inconvenientes no son agradables ni deseables, sobre todo si tratan de situaciones que se dan en el ambiente laboral. En estos momentos, aquel interlocutor sereno tendrá la capacidad de pensar con un poco más de claridad e incluso solventar con elegancia la situación. De igual manera, una persona serena, podría hacer un papel de mediador en un momento de tensión.
Ser puntual, es una norma básica y sencilla si queremos aplicar la etiqueta en todo momento. En el mundo en el que vivimos, la vida se vive de forma apresurada, y esta es una de las razones que puede llevarnos a la impuntualidad. Esta norma elemental de cortesía funciona como una buena carta de presentación cuando conocemos a una persona, hará que la primera impresión que el otro se lleve de nosotros sea agradable. Recordemos que hoy en día el tiempo es uno de los recursos más apreciables de los que disponemos y faltar a la impuntualidad podría ser tomado como una descortesía o una falta de consideración a los presentes.
Una actitud también excelente en el mundo empresarial es mantener la distancia. Existe un espacio personal que no es conveniente rebasar en lo laboral. Mantener la distancia es una de las bases que nos pueden permitir crear y sostener relaciones duraderas.
Cuando nos relacionamos con otras personas, son ellas quienes nos darán la confianza para ir acortando distancia, sin embargo, es indispensable respetar la intimidad de los demás, evitando tocar o preguntar sobre asuntos privados de sus vidas, ya que la confianza que hasta ese momento se haya ganado podría perderse y de esta forma percibir manifestaciones de incomodidad o alejamiento de los demás.