Mejorar el conocimiento financiero y estar conscientes de cómo piensa nuestro cerebro son la base para gestionar las emociones y los sesgos para alcanzar con éxito los objetivos financieros adecuados.
El proceso de la toma de decisiones económicas de las personas naturales o jurídicas en relación con la psicología se estudia a través de la economía del comportamiento, esta explora el motivo por el cual los individuos, grupos u organizaciones a veces toman decisiones irracionales, no siguiendo los modelos económicos predictivos.
La economía del comportamiento tuvo sus orígenes a finales de los años 70 con el propósito de estudiar la oposición que los psicólogos y sociólogos tienen hacia las teorías financieras y económicas convencionales, que plantean que los mercados son eficientes, además de que los seres humanos son actores racionales que buscan la maximización de la utilidad en cada acto o decisión que toman.
Basándonos en la perspectiva de las finanzas conductuales, no es difícil plantearnos un mercado de valores similar a una persona: teniendo cambios de humor producidos por las subidas y bajadas de precios en las bolsas de valores, esto lo puede poner eufórico o irritable de forma repentina.
Siendo las finanzas conductuales un apartado en la economía del comportamiento, proponen que los sesgos psicológicos del individuo afectan el comportamiento y las decisiones financieras de los inversores y especialistas, a su vez, pueden ser la explicación a las anomalías del mercado de valores, especialmente las subidas y bajadas en los precios de las acciones cotizadas en bolsa.
En contraposición, la teoría financiera clásica se basa en la hipótesis de cómo deberían comportarse los inversionistas y los mercados, asumiendo que los individuos son opuestos al riesgo, que tienen toda la información necesaria y buscan siempre maximizar la utilidad. A este tipo de inversionistas se les conoce como inversionistas racionales. El comportamiento de estos, conduce a mercados eficientes caracterizados por el hecho de que los precios reflejan toda la información apropiada disponible para la toma de decisiones.
La diferencia básica entre las finanzas conductuales y las clásicas está en el comportamiento de los inversionistas y los mercados, en la práctica no en la teoría financiera, ya que los individuos toman decisiones con base a comportamientos emocionales muchas veces irracionales.
Las finanzas conductuales se plantean la siguiente variedad de perspectivas:
Las finanzas conductuales pueden ayudar a los inversores a capacitarse sobre cómo vigilar su comportamiento y, a su vez, evitar errores que menoscabarían su riqueza. No se ofrecen milagros en el sentido de adivinar qué ocurrirá en los mercados financieros, pero sí ayudar a modelar un esquema de comportamiento que maximice la rentabilidad del individuo.
Los llamados conductistas financieros junto con expertos en inteligencia artificial ya están profundizando y creando modelos predictivos coherentes que les permiten, con un nivel de certeza razonable, predecir el futuro de los mercados financieros. Los sistemas desarrollados simulan la toma de decisiones de los expertos mediante métodos de aprendizaje automático y profundo, para obtener modelos de selección de valores más estables y eficientes, y así proporcionar bases sólidas y resolver problemas complejos en el proceso de inversión.