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Navidad de Paz y la Esperanza

El mensaje de Dios para la humanidad ha sido siempre el mismo, debemos
tener esperanza en el Mesías, el Rey prometido para la humanidad, el Príncipe
de Paz, el Dios sanador de las peores enfermedades del mundo; el que se hizo
pobre en la tierra para hacer ricos a los que creen y confían en Él, y no
necesariamente ricos en bienes materiales, sino ricos en su espíritu, en su
hablar, en su esperanza. En palabras del profeta Isaías se dijo: “Porque un niño
nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará
su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y
sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde
ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto”.

Jesús es el regalo que Dios entregó a la humanidad, y la cristiandad lo celebra
con muy poco conocimiento de esa promesa que Dios Eterno les ha dado a los
seres humanos desde tiempos inmemoriales. Lamentablemente no hemos
entendido que ese regalo es la esperanza que no debe terminar a pesar de
todo lo difícil y traumático que se deba vivir.

Cuando ponemos la esperanza en el Dios Eterno, en su Mesías, podemos tener
paz en el corazón en medio de tantas dificultades políticas, económicas y
sociales; podemos esperar que Jesús reine desde Jerusalén con justicia y paz;
porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el
Espíritu Santo (Romanos 14:7). Podemos tener esperanza de alcanzar la
sanidad de los cuerpos si creemos que Él es poderoso para sanar. En fin, Dios
es todo para los seres humanos; pero sólo se manifestará cuando nos
acerquemos a Él con fe y esperanza, creyendo que Él vino como un regalo de
Dios.

Por ello un filósofo griego dijo: “La esperanza es el sueño del hombre
despierto”. Yo creo que hay mucho de cierto en ello, ya que todos tenemos la
esperanza que la maldad humana terminará algún día; que habrá justicia y paz
entre los seres humanos; que podremos vivir en armonía y sin engaños. Todo
eso es posible, pero debe haber un comienzo para ello, y ese comienzo es creer
en Dios hecho hombre que toca nuestras mentes para que le abramos las
puertas del entendimiento y confiemos en su amor y promesa. Su nombre es
Jesús, el Hijo de Dios que nació en un pesebre en Belén como cualquiera de
nosotros. Debemos hacer que el nacimiento o navidad empiece en el corazón
de cada uno de nosotros. Toda decoración navideña debería significar un
nacimiento de la esperanza en el Hijo de Dios; debe simbolizar paz y luz en los
corazones. Navidad es más que la prenda que nos materializa. Es el amor de
Dios por nosotros, que, al vernos desanimados, enfermos, pobres y cargados,
nos sale al encuentro para decirnos: “El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido para llevar la Buena Noticia a los pobres. Me ha enviado
a proclamar que los cautivos serán liberados, que los ciegos verán, que los
oprimidos serán puestos en libertad…”.

Esa es la navidad. Es Jesús, la esperanza y por ello se ha escrito esta bonita
letra, de Alessandra Samadello que dice: “No hay esperanza alguna. Si el
mundo vive lejos de Dios. No hay esperanza de amor ni de paz, Cuando el odio
nos invade feroz.

No hay esperanza de vida, En quienes ya no aman a Dios. No hay esperanza de
un mundo mejor, Y sin Cristo solo existe dolor.

La esperanza es Jesús, Él es nuestro camino. La esperanza es Jesús…
Sólo hay esperanza y certeza, En quien ya salió vencedor. Y hay esperanza en
Cristo, el Señor, para un mundo que no tiene amor.”

¡Felices fiestas de Navidad 2023!

Ramón Rivas

Direccion de Cultura

Universidad Tecnológica de El Salvador


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