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Navidad de Paz y la Esperanza
El mensaje de Dios para la humanidad ha sido siempre el mismo, debemos
tener esperanza en el Mesías, el Rey prometido para la humanidad, el Príncipe
de Paz, el Dios sanador de las peores enfermedades del mundo; el que se hizo
pobre en la tierra para hacer ricos a los que creen y confían en Él, y no
necesariamente ricos en bienes materiales, sino ricos en su espíritu, en su
hablar, en su esperanza. En palabras del profeta Isaías se dijo: “Porque un niño
nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará
su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.
Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y
sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde
ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto”.
Jesús es el regalo que Dios entregó a la humanidad, y la cristiandad lo celebra
con muy poco conocimiento de esa promesa que Dios Eterno les ha dado a los
seres humanos desde tiempos inmemoriales. Lamentablemente no hemos
entendido que ese regalo es la esperanza que no debe terminar a pesar de
todo lo difícil y traumático que se deba vivir.
Cuando ponemos la esperanza en el Dios Eterno, en su Mesías, podemos tener
paz en el corazón en medio de tantas dificultades políticas, económicas y
sociales; podemos esperar que Jesús reine desde Jerusalén con justicia y paz;
porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el
Espíritu Santo (Romanos 14:7). Podemos tener esperanza de alcanzar la
sanidad de los cuerpos si creemos que Él es poderoso para sanar. En fin, Dios
es todo para los seres humanos; pero sólo se manifestará cuando nos
acerquemos a Él con fe y esperanza, creyendo que Él vino como un regalo de
Dios.
Por ello un filósofo griego dijo: “La esperanza es el sueño del hombre
despierto”. Yo creo que hay mucho de cierto en ello, ya que todos tenemos la
esperanza que la maldad humana terminará algún día; que habrá justicia y paz
entre los seres humanos; que podremos vivir en armonía y sin engaños. Todo
eso es posible, pero debe haber un comienzo para ello, y ese comienzo es creer
en Dios hecho hombre que toca nuestras mentes para que le abramos las
puertas del entendimiento y confiemos en su amor y promesa. Su nombre es
Jesús, el Hijo de Dios que nació en un pesebre en Belén como cualquiera de
nosotros. Debemos hacer que el nacimiento o navidad empiece en el corazón
de cada uno de nosotros. Toda decoración navideña debería significar un
nacimiento de la esperanza en el Hijo de Dios; debe simbolizar paz y luz en los
corazones. Navidad es más que la prenda que nos materializa. Es el amor de
Dios por nosotros, que, al vernos desanimados, enfermos, pobres y cargados,
nos sale al encuentro para decirnos: “El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque me ha ungido para llevar la Buena Noticia a los pobres. Me ha enviado
a proclamar que los cautivos serán liberados, que los ciegos verán, que los
oprimidos serán puestos en libertad…”.
Esa es la navidad. Es Jesús, la esperanza y por ello se ha escrito esta bonita
letra, de Alessandra Samadello que dice: “No hay esperanza alguna. Si el
mundo vive lejos de Dios. No hay esperanza de amor ni de paz, Cuando el odio
nos invade feroz.
No hay esperanza de vida, En quienes ya no aman a Dios. No hay esperanza de
un mundo mejor, Y sin Cristo solo existe dolor.
La esperanza es Jesús, Él es nuestro camino. La esperanza es Jesús…
Sólo hay esperanza y certeza, En quien ya salió vencedor. Y hay esperanza en
Cristo, el Señor, para un mundo que no tiene amor.”
¡Felices fiestas de Navidad 2023!
Ramón Rivas
Direccion de Cultura
Universidad Tecnológica de El Salvador
Homenaje de reconocimiento al Dr. José Mauricio Loucel como “HIJO MERITÍSIMO DE LA CIUDAD DE SAN SALVADOR”
Homenaje de reconocimiento al Dr. José Mauricio Loucel como “HIJO MERITÍSIMO DE LA CIUDAD DE SAN SALVADOR”, por la Alcaldía Municipal de San Salvador.
- Excelentísimo Señor Alcalde Municipal, Lic. Mario Durán,
- Honorables miembros del Consejo Municipal de San Salvador,
- Ilustrísimo Dr. y Rector Emérito de esta Casa de Estudios,
Dr. José Mauricio Loucel,
- Apreciada familia Loucel,
- Distinguidos miembros del Senado Consultivo de la Universidad,
- Estimados Docentes y Funcionarios,
- Señoras y Señores,
- Muy buenos días y bienvenidos a este acto especial.
“Debemos renunciar a lo absolutamente previsto,
Aprender a considerar las opciones ante el cambio,
Confirmar lo nuevo sin convertirlo en tradición,
Ser distintos sin temor a serlo.
Solo así, podremos enfrentarnos al futuro.”
Dr. José Mauricio Loucel
El día 12 del presente mes, la Universidad Tecnológica cumplió 44 años de su fundación como institución de educación superior. Desde aquella fecha, con excelsa visión y la responsabilidad requerida, nuestra institución ha cumplido el sueño de un servicio educativo de calidad en favor de más de 45,000 graduados, a los que se suman una población activa en este ciclo de más de 22,500 estudiantes, cuya voluntad de superación constituye la fortaleza de su compromiso personal y es de justicia tener presente que tal como lo reitera nuestra misión, la función educadora que cumplimos, es en favor, de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.
El 2 de junio, el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología y el Consejo de Educación Superior entregaron a nuestra Casa de Estudios cuatro reconocimientos académicos en las áreas de: Promoción, difusión y preservación cultural; Investigación e innovación articulada con el sector empresarial; Buenas prácticas para el fortalecimiento de las habilidades docentes y Buenas prácticas para la salud mental de nuestros estudiantes; siendo, la institución universitaria, que obtuvo el mayor número de distinciones en la evaluación del presente año.
Coincidiendo con los eventos anteriores, este día, el Honorable Consejo Municipal de San Salvador, presidido por el Excelentísimo Señor Alcalde Lic. Mario Durán, quien investido de la autoridad que le corresponde, procederá a la entrega del nombramiento como “Hijo Meritísimo de la Ciudad de San Salvador” al Dr. José Mauricio Loucel. Este máximo galardón, es un reconocimiento muy especial para nuestro Presidente y Rector Honorario Vitalicio por su distinguida trayectoria profesional y las múltiples acciones y aportes en favor de la juventud y de varias organizaciones humanitarias y culturales. Cuando se examina su trayectoria humana se puede considerar, que siempre están presentes sus dichos y sus hechos, que su figura crece con el paso del tiempo y que sus logros expresan la pauta de su visión y la capacidad emprendedora de su gestión.
Bajo su dirección, nuestra Casa de Estudios ha logrado posicionarse como referente cultural y educativo y estando ubicada, en el propio Centro Histórico de nuestra ciudad, ha dedicado esfuerzos e inversiones en crear un complejo de sobria arquitectura, lleno de color, limpieza y seguridad, contribuyendo a embellecer y resguardar las edificaciones arquitectónicas que nos ha legado la historia de nuestra ciudad capital.
En la vida, son contadas las ocasiones en las que, sin ninguna duda, se puede afirmar, que las palpitaciones de los corazones de la familia Utec laten a un mismo ritmo y se llenan de acendrados sentimientos de alegría y felicidad, cuando nuestro máximo dirigente es objeto de certificación por una vida de entrega en favor de las causas nobles que enaltecen los actos personales de una persona de bien.
Como miembros de la familia tecnológica, nos sentimos sumamente orgullosos y honrados por la asertiva decisión del Consejo Municipal de esta ciudad, al otorgar esta significativa categoría, a nuestro líder institucional. Muchas gracias al Señor Alcalde por su amistad y por la exitosa gestión en favor de nuestra ciudad capital.
¡Que Dios nos bendiga a todos! Gracias.
Dr. Carlos Reynaldo López Nuila
San Salvador, 20 de Junio de 2023.
MINISTERIO DE EDUCACIÓN Y CONSEJO
DE EDUCACIÓN SUPERIOR.
“Investigación e innovación articulada con el Sector empresarial”
(3er. Lugar)
“Buenas prácticas para el fortalecimiento de las habilidades”
(2do. Lugar)
https://www.youtube.com/watch?v=T85YvaRLVuI
“Atención a la salud Integral, buenas prácticas para la salud del estudiante”
(2do. Lugar)
https://www.youtube.com/watch?v=g5CC7DRE_qs
Premio a la excelencia de la Educación Superior, por “Promoción, difusión y preservación cultural”
(1er. Lugar)
https://www.youtube.com/watch?v=5Bjk50ghEu4
El nacimiento del Cordero de Dios
Por Ramón D. Rivas
Universidad Tecnológica de El Salvador
Diciembre 2019
Honorable señor presidente de esta nuestra casa de estudios superiores, muy estimadas autoridades, colegas todos.
Para muchos, el mes de diciembre significa alegría y regalos. Es una de las celebraciones anuales que más réditos les generan a los comerciantes, a los medios de comunicación y a todas personas que recibe algún beneficio económico o material.
La Navidad es una fecha que se viene celebrando desde el año 200 después de la muerte del Mesías, el Hijo de Dios. Es una fecha que despierta sentimientos encontrados para los cristianos no católicos por los orígenes históricos que tiene la celebración. Solo por mencionar algunos aspectos en los cuales hay diferencias de opinión: en cuanto a la fecha exacta del nacimiento de Jesús. Recientes hallazgos señalan que fue en septiembre; para otros fue en abril. Además, el sincretismo religioso que se dio entre la religión pagana de los romanos con el cristianismo generó en los primeros cristianos muchas diferencias entre celebrar o no celebrar el nacimiento de Jesús el Cristo el 25 de diciembre.
También debemos reconocer que la fuerte influencia de las culturas norteamericana y europea ha hecho de esta fecha una oportunidad para el comercio, el ocio y el intento de rescatar valores familiares. Los resultados son exitosos, ya que en nuestras calles suena más el nombre de Santa Claus que el de Jesús, el Mesías anunciado.
Otras culturas, como las asiáticas, prefieren no celebrar estas fiestas, sobre todo por el tipo de religión que practican. Otros por cuestiones políticas se apartan de estas fiestas; y en el caso de los judíos, el Mesías que los redimirá aún no ha llegado.
No obstante, pese a todo lo antes dicho, debemos aceptar que son millones de personas alrededor del mundo que ven la natividad o nacimiento de Jesucristo como un hecho histórico y muy difícil de ocultar. ¿Por qué? Porque su nacimiento fue esperado y anunciado, miles de años atrás, por los profetas de Israel; y su venida significaría un cambio para la humanidad entera.
Jesús, Jesucristo o el Mesías de Dios, es el cumplimiento de la promesa divina de dar esperanza de vida, restauración y redención. (No entraré en detalles de cada uno de estos temas teológicos porque toca a otros exponerlo. Yo solo quiero hacer reflexionar sobre la importancia del nacimiento de Jesús para la humanidad.)
Pues bien, todo sabemos y estamos de acuerdo que Jesús nació en Belén de Judá. Su nacimiento es relatado por dos evangelios de la Biblia: Mateo y Lucas; ambos hacen una narración complementaria desde su enfoque. Lucas, por ejemplo en el capítulo 2 versículos del 1 al 20, lo narra como el niño nacido en una sociedad pobre y sin esperanza: “Y dio a luz a su hijo primogénito; le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”. Mateo lo presenta como el hijo prometido a la humanidad: “He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros”. “Y tú, Belén, tierra de Judá, de ningún modo eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un gobernante que pastoreará a mi pueblo Israel.”
Los otros dos evangelios muestran no el nacimiento, sino su obra por la cual él vino a la tierra. Juan lo presenta como el Cordero de Dios; y cuando a Jesús se le llama el Cordero de Dios, en Juan 1:29 y Juan 1:36, es en referencia a que él es el perfecto y último sacrificio por el pecado. Para poder entender quién es Cristo y lo que él hizo, debemos comenzar con el Antiguo Testamento, el cual contiene profecías concernientes a la venida de Cristo como una “ofrenda por el pecado” (Isaías 53:10). De hecho, todo el sistema sacrificial establecido por Dios en el Antiguo Testamento sirvió de base para la venida de Jesucristo, quien es el perfecto sacrificio que Dios proveería como expiación por los pecados de Su pueblo (Romanos 8:3; Hebreos 10).
Dicho lo anterior, me atrevo a decir que la mayoría de los cantos navideños que reflejan el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, intentan grabar en nuestra mente esta maravillosa historia que la humanidad no puede negar ni olvidar. Es una historia donde se anuncia que, desde ese momento que él vino a nacer en Belén de Judá, la esperanza en Dios no era en vano. ¿Esperanza por qué y para qué? Pues, si ustedes observaron en cómo lo describen Mateo y Juan, se muestra una esperanza de que la maldad del ser humano no sería para siempre, ya que el amor y el perdón de Dios vendría en auxilio de los necesitados.
La humanidad miró en Jesús la esperanza de paz, amor y solidaridad. No importa dónde vivamos, nuestra posición social y nuestra cultura. Esa esperanza es para toda persona que ve en él la promesa cumplida. La esperanza de un mejor mañana es posible, también son posibles profesionales honestos, amigos sinceros, trabajadores leales. Y todo aquello que es posible creo que puede nacer de la esperanza que el niño Jesús trajo con su nacimiento.
Veamos a continuación letra navideña titulada “Noche Divina” escrita en el siglo XIX por Placide Cappeau.
Santa la noche
Hermosas las estrellas
La noche en que nació El Salvador
Tanto esperó
El mundo en su pecado
Hasta ese día
En que Cristo llegó
Una esperanza al mundo regocija
La luz de un nuevo día al fin brilló
Hoy, adorad
Los ángeles lo anuncian
Oh Noche Divina
Nació El Salvador
Nos libertó
Rompió nuestras cadenas
Su ley, su amor y su paz
Se nos dio
Nos enseñó
Amarnos uno al otro
Y en su nombre ya no hay más opresión
Con gratitud
Traemos alabanzas
La gloria y el poder
Son del Señor
Este compositor deja ver en su canto la esencia de la Navidad, que hoy en día es sustituida por otros personajes de la fantasía humana. Me refiero a “Santa Claus”, Rodolfo el Reno, campanas, árbol, luces y otras tantas cosas que están restando espacio a la verdadera Navidad: el nacimiento del Salvador, del niño que trajo esperanza de que el malo no será para siempre, de que hay otra opción para el humano que piensa que las riquezas y el poder lo harán feliz.
Yo invito a todos ustedes a hacer que en cada celebración navideña la gente enfoque su mirada en el actor principal de la celebración: Jesús, el Cordero que llegó para quitar la culpa del ser humano, dar esperanza por dolor, amor en vez de odio y reconciliación en vez de enemistad.
Nuestra sociedad necesita mucho de la verdadera Navidad. Creo que las Navidades cargadas de consumismo nos han demostrado que solo traen tristeza y melancolía. Las Navidades con Jesús eran de mirar hacia adelante, pensar que la justicia y la verdad son posibles con Dios y que nada podrá sustituir el verdadero nacimiento de Jesús.
Señor presidente, para finalizar, me dirijo de forma directa a todos los que formamos parte de esta casa de estudios superiores, la gran familia Utec, y no importa el credo que profesemos: que vivamos esta fiesta con devoción y con el pensamiento dirigido al Señor Niño; y sin olvidar el amor al prójimo, el amor a los más desfavorecidos de nuestra sociedad, que son muchos, y los veamos; y practiquemos, no solo en esta fiesta, la solidaridad. Pero también no olvidemos a los ‘hermanos lejanos’, pues en estos días es cuando más recuerdan su país; y que no todos viven como debiera ser. Para la gran mayoría las vicisitudes son muchas y variadas. Y con esto quiero decir que todos, como una gran familia, nos unamos en plegarias de esperanza y prosperidad.
¡Feliz Navidad!
Reflexión navideña y de fin de año
Discurso del Dr. Ramón Rivas, Director de Cultura de la Utec, en ocasión de la conmemoración de la Navidad y fiestas de fin de año
Muy pronto estaremos celebrando una de las fechas más importante para el mundo católico: el nacimiento de Jesucristo; desde el punto de vista de la fe, el enviado para reconciliar a los hombres con Dios. Y el fin del año 2018.
Estas dos fechas de diciembre, que forman parte del calendario gregoriano, nos permiten reflexionar sobre la vida, lo que tenemos y lo que nos hace falta. Son dos celebraciones que la cultura ha transformado con el paso de los años para convertirlas en lo que hoy tenemos y hacemos. Por ejemplo, la forma de celebrar la Navidad en los años 60, 70 y 80, que es la que yo recuerdo, era muy diferente a lo que hoy hacemos. Me atrevo a asegurar que hoy no sabemos por qué existe la Navidad en el mundo cristiano. ¿Qué ha pasado? Hay muchas explicaciones, pero no hablaré de ellas, ya que me interesa reflexionar con ustedes sobre el mensaje profundo que tiene el nacimiento del Mesías para el cristianismo, y su impacto en la vida de las personas que creen en él.
Según los libros sagrados del cristianismo, Jesús fue anunciado desde los orígenes de la humanidad misma para restaurar la relación perdida entre los seres humanos y Dios. Esa restauración no era social o colectiva; pero sí individual y masiva. El fruto de esa reconciliación sería la paz en los corazones de los creyentes, la cual sirve para formar una comunidad que vive en armonía con su prójimo y con la naturaleza misma.
Esa profecía dada por los profetas, casi dos mil años antes del nacimiento de Jesús decía: “Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6). Esta profecía, dicha por el profeta Isaías más de 700 años antes de Cristo (750-720), adquiere aún más relevancia en el contexto del destierro del pueblo de Israel, exiliado por el Imperio Asirio Babilónico. Dios ofrece la promesa de la liberación por medio de la encarnación del “Dios con nosotros”, el Emmanuel, que restaurará la paz y la libertad al pueblo.
Para los cristianos esa es la promesa cumplida con el nacimiento de Jesús hace dos mil años. Una promesa que permite a sus seguidores tener paz y pregonar la paz de un mundo mejor, sin odios, sin envidias, sin trampas y con justicia.
Por años el ser humano ha soñado con tener paz interna y paz social. La deseamos, pero casi nadie se esfuerza por obtenerla. Hacemos bonitos discursos de la paz, pero quedan en eso, en solo un discurso. Hace 40 años atrás, al celebrar la Navidad era común escuchar estas palabras:
Noche de paz, noche de amor,
todo duerme en derredor.
Entre los astros que esparcen su luz,
bella anunciando al niñito Jesús,
brilla la estrella de paz,
brilla la estrella de paz.
Ahora, el llamado es otro. El llamado es de confrontación, odio y venganza. Qué bueno sería que la paz que fue profetizada hace 4 mil años atrás fuese realidad en las personas y en los corazones de los salvadoreños. Tendríamos una sociedad más solidaria, más justa y más humana. Lastimosamente no logramos tenerla porque la buscamos equivocadamente. Debemos entender que la paz no nace por decreto presidencial o por inventos de algún diputado, mucho menos en las actividades de celebración como la Navidad. Según los cristianos, la paz nace de la fe en ese niño nacido en Belén llamado Jesús.
Entonces, en estas fechas se debería insistir en el nacimiento del Príncipe de Paz, que llegó al mundo para reconciliar a la humanidad con su creador y darnos paz. La pregunta podría considerarse necia, pero la haré: ¿Queremos vivir en paz y tener paz en lo más profundo de nuestra existencia? Dejaré que cada uno de ustedes se responda a sí mismo.
Pero por simple percepción puedo afirmar que los salvadoreños deseamos en lo más profundo de nuestro ser vivir en paz y que esa paz se vea reflejada en nuestras casas, en la calle y en nuestros trabajos o centros de estudios.
No obstante, la realidad es otra. Riñas callejeras, odio de clases, permitimos que nos instrumentalicen o engañen para vivir en confrontación permanente, la propaganda electoral nos pone en luchas ideológica unos contra otros. El odio aflora en algunas personas y la paz se extingue aun dentro de los hogares de los salvadoreños.
Como antropólogo creo que la paz social puede alcanzarse con políticas de Estado, pero es muy difícil sostenerla si en cada una de las personas no hay paz interna. Si tan solo las personas abrazaran una cultura de reconciliación, de respeto hacia los demás, las cosas podrían ser diferentes en este país.
Pienso que la paz interior es mucho más complejo obtenerla, porque nace en el interior del ser humano, producto de esa fe en Dios, en el Eterno mismo.
Pero qué bueno es saber que, en estos tiempos de celebración de la Navidad, tenemos la oportunidad de celebrar el nacimiento del Príncipe de Paz, de quien se puede adquirir esa paz interna.
Para lograrlo debemos reflexionar y recordar esas palabras que hace dos mil años se dijeron en un barrio pobre de Belén: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace”.
Otra fecha que celebraremos a pocas semanas es el fin del año 2018, la cual también trae nostalgia a algunos y un poco de dolor por no haber alcanzado las metas u objetivos propuestos.
Por ello, quiero traer a reflexión las siguientes palabras de Henry Ford al señalar que: “El fracaso es una gran oportunidad para empezar otra vez con más inteligencia”. Esta idea tiene mucha sabiduría, sobre todo porque la vida es de constante lucha, de permanente creatividad y de una continua batalla por alcanzar nuestras metas. Tendremos fracasos, pero esto no debe ser motivo para abandonar las batallas que la vida nos presenta en nuestro diario vivir. Los doce meses del año son solo periodos que la vida nos da para medir nuestro empeño, nuestra creatividad y disposición para hacer lo correcto, marcar historia y ser de beneficio para otros.
Pero hago otra pregunta muy atrevida: ¿Por qué no se lograron los propósitos que se fijaron al inicio del año 2018? ¿Será que hubo poca motivación, recursos o coraje para hacerlo?
Lo cierto es que todos tuvimos el mismo tiempo, el mismo espacio y las mismas condiciones de país para trabajar por nuestras metas y nuestras aspiraciones. Lo único que puede variar en cada uno de nosotros es la disciplina, la actitud y la fe para lograr esos objetivos que nos dispusimos alcanzar al iniciar el año.
Gabriela Mistral, escritora chilena, al escribir sobre el tiempo expresó: “Tengo un día. Si lo sé aprovechar, tengo un tesoro”. Claramente es un tesoro porque el simple hecho de abrir nuestros ojos a la luz del día es una oportunidad que otros no tendrán. Sabemos que cada uno de nosotros tiene un día de caducidad, el cual se acerca con el paso del tiempo. Si queremos dejar huella en esta vida, en nuestras familias y en el país, entonces debemos entender que, al finalizar un día, un mes, un año, es sabio evaluar nuestro avance en cada uno de nuestros proyectos de vida que nos propusimos hacer.
Walt Whitman, poeta y periodista del siglo XIX lo dijo de la siguiente forma: “Aprovecha el día. No dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido un poco más feliz, sin haber alimentado tus sueños”.
Con todo esto intento señalar dos aspectos muy importantes: la oportunidad que tenemos para trabajar por un mejor país; y segundo, la tarea de evaluar cada día nuestro esfuerzo por alcanzar nuestros sueños y ser felices.
Quizá suene un poco utópico, pero lo cierto es que los grandes hombres y mujeres de nuestra historia lograron hacerlo con disciplina, actitud y fe en lo que creían, en lo que veían en su corazón y en sus mentes, fe en alcanzar la paz y la hermandad de todos los seres humanos, tal como lo dijo el poeta alemán del siglo XVIII, Friedrich Schiller:
“…El canto alegre del que espera un nuevo día
Ven, canta, sueña cantado
Vive soñando el nuevo sol…”
PALABRAS ALUSIVAS EN EL 37 ANIVERSARIO UTEC
Siempre que cumplimos años creo necesario realizar dos reflexiones, una: ¿qué hemos hecho hasta el presente? y luego, ¿qué deseamos hacer hacia el futuro?
Sin duda, si miramos el pasado de estos 37 años, no podemos menos que sentirnos orgullosos y complacidos por lo que hemos logrado concretar. Tenemos una institución fuerte, sólidamente establecida en el sistema educativo nacional, con múltiples realizaciones, con personalidad propia y con reconocimiento a su trayectoria y resultados; todo ello, afirma y confirma un merecido prestigio nacional y cada vez más internacional que nos enorgullece y compromete, para continuar la andadura académica de servicio y calidad que nos caracteriza.
La Universidad nació de la visión de cinco notables salvadoreños que en época de riesgo, en medio de un conflicto armado, asumieron con determinación y coraje, el reto de atender una creciente necesidad de jóvenes salvadoreños que percibían, con incertidumbre, el cierre de oportunidades a sus aspiraciones de superación personal. Para fortuna de la familia tecnológica, todavía tenemos a dos de aquellos fundadores que ahora, desde lo alto de su obra, pueden ver complacidos que aquellos momentos difíciles han sido superados y que, por el contrario, los retos del presente, son de orden generacional y tecnológico, que con renovado espíritu y entereza estamos enfrentando exitosamente.
Una característica propia de la Utec es la sensibilidad social de su espíritu fundacional. Desde la toma de decisión inicial quedo establecido, como principio rector del hacer universitario, que nuestra casa de estudios tendría la impronta de la inclusión social. Todo salvadoreño, con deseo de desarrollo personal, tendría una oportunidad de superación en su futuro laboral; nadie quedaría excluido por clase, religión, raza o capacidad intelectual; el costo de estudios tendría un valor racional, acomodado al nivel de la condición personal y familiar del estudiante, comprometiendo a cambio, la contraprestación de un servicio educativo de calidad superior.
Establecida la voluntad creadora y la función social, la universidad debería enmarcar su propósito educativo en una visión de servicio y en una misión de calidad, que permitiera satisfacer y aportar un calificado capital social de orden laboral para construir una sociedad libre, justa y democrática.
La actividad cotidiana de enseñar y aprender requiere pautas de comportamiento que permiten, que aquel servicio enunciado y aquella calidad prometida se cumplan de manera continua y de forma integral, a partir de valores que deben observarse en cada momento y en cada función. La satisfacción del estudiante debe atenderse y cumplirse sin observaciones ni quejas; en cada acción, debe manifestarse el liderazgo del docente, la aplicación del estudiante y la disposición del empleado; la lealtad y el espíritu de servicio deben ser baluartes de nuestra identidad corporativa; todos para uno y uno para todos, debe ser la consigna del diario vivir y el desempeño concreto y respetuoso debe ser, la actitud que anula el ambiente enrarecido del señalamiento negativo.
Siempre es placentero hacer el recuento de lo que todos hemos logrado a lo largo del tiempo.
Somos 997 personas las que integramos la familia tecnológica; ofrecemos 43 carreras, y hasta el presente, hemos graduado a 32,327 profesionales y consecuentemente hemos enriquecido nuestro capital social y favorecido a más de 300,000 familiares. Nuestra matrícula del 01/2018 alcanzó los 25,114 estudiantes y ofrecemos carreras con características muy propias de la Utec como son la Arqueología, la Antropología y la Ingeniería de Base de Datos; las carreras con énfasis en inglés son 5 y cuentan con 1799 estudiantes; 9 son las carreras virtuales con 1916 estudiantes que han dimensionado nuestra presencia en lugares tan lejanos como Taiwán, Sudan y Suecia.
El programa de carrera docente se fortalece cada día; así, en los últimos 3 años hemos capacitado en doctorados, maestrías y postgrados a más de 40 docentes.
Nuestra actividad educativa y nuestros resultados son relevantes en beneficio de nuestros estudiantes, de nuestros docentes y del personal de apoyo; asimismo, en favor de la sociedad y con clara influencia en el campo laboral y cultural del país. Así tenemos:
- Entregamos enseñanza de primer nivel a nuestros estudiantes, para el aprendizaje profesional y el desarrollo humano y social.
- Investigamos los diversos campos científicos para incrementar lo conocido de la ciencia que nos interesa como saber, para transmitirlo a nuestros estudiantes y a la sociedad.
- Asumimos la responsabilidad de formar profesionales y ciudadanos que sean baluarte de nuestros valores presentes y de nuestras aspiraciones futuras.
- Contribuimos a socializar el saber, como el medio apropiado para construir la justicia, la paz y el progreso de todos.
- Creamos un centro de trabajo para docentes que enseñan y para estudiantes que aprenden las bases del conocimiento para una vida profesional de progreso y prosperidad.
- Ofrecemos formación educativa universitaria de calidad a bajo costo, como una oportunidad para la democratización de la educación superior.
- Desarrollamos permanentemente un espacio de estudio, debate y divulgación del saber científico, tecnológico y de la problemática socio-económica y ambiental, que nos interesa como pueblo.
- Promovemos la convivencia y la participación solidaria con base en valores, para asegurar una sociedad digna y próspera a todos los salvadoreños que aspiran a una vida mejor.
- Apoyamos la cultura en sus diversas expresiones, para fortalecer nuestra identidad y la memoria histórica de nuestros orígenes.
- Constituimos una comunidad unida por el espíritu del servicio educativo hacia nuestros estudiantes y hacia todos los hermanos salvadoreños.
- Mantenemos un esfuerzo constante de vinculación con el sector público y privado a efecto de articular propuestas de colaboración y soluciones de orden académico para beneficio del desarrollo sostenible del país.
- Protagonizamos el esfuerzo permanente de conservación, remodelación y seguridad del Centro Histórico de la ciudad, como área vital del origen y crecimiento de la capital y como polo de desarrollo cultural de nuestra sociedad.
- Hacemos de la tecnología y la innovación medios imprescindibles en el proceso formativo de nuestra amplia oferta de pregrado y postgrado.
- Contactamos permanentemente con una red de aliados y socios estratégicos, que se traduce en una amplia proyección nacional e internacional.
Lic. Carlos Reynaldo López Nuila
San Salvador, 12 de junio de 2018.
Para hacer la diferencia
Los primeros días del año 2018 trajeron consigo al menos tres hechos trascendentales para el futuro del país: el inicio oficial de la campaña electoral de cara a las elecciones legislativas y municipales del mes de marzo, la tardía aprobación del presupuesto general de la nación, entre algunos señalamientos de inconstitucionalidad y desfinanciamiento; así como el anuncio del gobierno estadounidense sobre la finalización del beneficio del Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), que amparaba a cerca de 200 mil salvadoreños residentes en esa nación.
Son temas de interés nacional que, si acaso, y pese a su impacto, ocupan y preocupan con la seriedad que corresponde, solo a algunos; y no se vuelven asunto de discusión cotidiana para la mayoría, como sería el ideal, salvo como motivo de jocosos ejercicios de creatividad que inundan el ciberespacio, en una actitud que pareciera pretender ignorar los riesgos que como país enfrentamos, como si al ignorarlos o vestirlos de humor se conjuraran su realidad y efectos.
¿Y qué del deseable escenario de propiciar un debate serio y propositivo, que tenga como motivación el interés del país y no beneficios particulares? Eso es, sin duda, muy importante; pero, contra lo que pudiera anticiparse, no se dedicará este espacio al análisis y discusión sobre eventos electorales, presupuestos y la situación migratoria de nuestros compatriotas en Estados Unidos, sino a una expresión cultural que impide que seamos todos, en realidad, quienes definamos nuestro destino como país, mientras seguimos permitiendo que sean otros, a quienes, por omisión o comisión, hemos entregado la potestad de representarnos, quienes lo hagan.
La Universidad Tecnológica de El Salvador cree que, más allá de desencantos con la llamada clase política —partidaria—, los salvadoreños debemos dejar de señalar y superar la apatía que pareciera haberse extendido sobre el país; esta institución cree que podemos recuperar el concepto de ciudadanía, entendida esta como una actividad deseable, que implica participación en la comunidad y que requiere un gran énfasis en las responsabilidades y virtudes.
La Utec visualiza ciudadanos capaces de transformar un mundo en el que todos reclamamos, tenemos una opinión y creemos tener la solución para todo; en el que pensamos que, si estuviéramos en el lugar del otro, lo haríamos mejor. Un mundo en el que siempre opinamos o criticamos, pero muy pocas veces hacemos. De ahí el concepto que desarrolla nuestra comunicación institucional: Sé el que hace. Hagamos la diferencia.
El nuestro es un mensaje que invita a ser el que hace y hacer la diferencia, a asumir un rol activo, a dejar de decir y empezar a actuar, a ser parte de la solución, a tomar las riendas de nuestro destino, a sentirnos orgullosos de lo que juntos podemos alcanzar. No obstante, sabemos que no basta con llamados inspiradores, por lo que acompañamos esas expresiones con acciones institucionales concretas, como la adopción de un modelo educativo orientado a desarrollar en los estudiantes la capacidad de resolver problemas en situaciones concretas de la vida.
Impulsamos también la investigación, como medio para conocer la realidad, que luego intervenimos mediante la proyección social; promovemos una cultura de respeto a principios y valores en nuestra comunidad educativa, establecemos alianzas nacionales e internacionales para vincularnos con otras realidades y nos comprometemos con la calidad y la mejora continua que avalan las acreditaciones.
Con su acción formativa, la Utec hace la diferencia, convencida de que todos podemos hacerlo; no importa la dimensión ni el ámbito de acción, lo esencial es empezar a actuar, a hacer las cosas de manera diferente e introducir el cambio evolutivo como una constante en nuestras vidas. Podemos empezar a hacer la diferencia reflexionando sobre qué podemos y debemos hacer en un mundo donde todos critican, donde todos reclaman, donde sobran los pretextos, donde todos se conforman y nadie se compromete. Luego, ¡actuemos!
El Salvador, nuestra patria, demanda ciudadanos que contribuyan efectivamente a su desarrollo, seres humanos capaces de asumir equilibradamente sus derechos y responsabilidades, para consigo mismos y con los demás, seres humanos con sensibilidad y capacidad crítica. Todavía podemos asumir y enfrentar el reto, aún estamos a tiempo de construir un legado positivo que trascienda y haga la diferencia. ¿Estamos dispuestos a hacerlo?
Reflexión en ocasión de Navidad 2017
Estamos a las puertas de celebrar un aniversario más del nacimiento del hombre que cambió el rumbo de la historia, un cambio que impacto tanto en lo social, político y espiritual de la humanidad.
Aunque la ciencia ve estos temas con mucho recelo, no podemos obviar que el misticismo cristiano tiene gran penetración en el mundo occidental; su fe es tan poderosa que ha mantenido su estandarte en pie desde el mismo momento en que Jesús proclamó el surgimiento de su iglesia, la cual tiene como base un evangelio de paz, de restauración y reconciliación; fundamentos que han sido proclamados por sus discípulos hasta en lo último de la tierra.
Sin duda alguna es un hecho muy apasionante para reflexionarlo y aprender de ello.
Como antropólogo debo reconocer que estos temas son muy delicados de explicar y comprender, sobre todo, porque se trata de la creencia en un Dios que no se ve, pero que el creyente lo siente; un Dios que tiene un reino espiritual pero que se manifiesta en lo material; un Dios que más que revolucionario social, como lo han tipificado los políticos liberales, es un transformador de la vida humana, sin importar su condición social.
Desde esa perspectiva, creo que la navidad es propicia para meditar de quién es Jesús hombre; o el Cristo prometido a los israelitas desde miles de años atrás, el cual cumplió un propósito en la vida terrenal para darle razón a la existencia de aquellos que creen y deciden seguirle como SEÑOR de sus vidas.
Por eso, en esta ocasión quiero expresar lo importante que es para nosotros celebrar la navidad. Y es que según la sabia traducción de la Biblia, por gran reformador Alemán, Martin Lutero cuyo inicio es el génesis, y traduce que “en el principio fue la palabra”, esta Palabra o la Biblia nos hace reflexionar en esta fecha del magno acontecimiento del nacimiento del niño Dios y a la vez nos hace un llamado sobre la Paz, la solidaridad, la piedad con el desgraciado, de convivencia con el núcleo fundamental de la sociedad que es la familia, la sagrada familia, ya que desde el punto de vista de la fe toda familia es sagrada.
Desde esa perspectiva, me pregunto: ¿no sería urgente que los que profesan la fe cristiana retornaran a los orígenes de la navidad? O en otras palabras ¿celebrar la navidad es recordar el nacimiento de Jesús o simplemente es una fiesta de Santa Claus, encuentros festivos y las comidas y bebidas de la época?
En lo personal, creo que celebrar el nacimiento de Jesús debería ser motivo para pensar cómo vivió él en Jerusalén, es meditar sobre su mensaje y su propósito. Es saber que él vino para algo más importante que el comercio, el aguinaldo, las comidas y cuanta cosa que hoy imponemos a esta celebración.
Navidad es nacimiento, alegría, esperanza y el presente de una divinidad en la tierra. Eso debería volver a vivir El Salvador, un país que se duele de sus hijos que se desangran unos a otros. Necesitamos que los valores de esa fe que se originaron en Jerusalén, hace dos mil años, vuelvan a renacer en cada persona que profesa la fe cristiana. Son días muy difíciles para nuestra sociedad, sobre todo, porque el odio se ha introducido en las personas, hasta el punto de matar por puro placer, por venganza o por el simple hecho de considerarlo su contrario.
Realmente la Navidad debería ser lo que un día fue para los israelitas: esperanza para el desvalido, paz y hermandad para la familia. Lamentablemente hemos perdido ese mensaje, el rumbo de nuestra existencia. Por ello, para los políticos corruptos y manipuladores, les es muy fácil mantenerse en el poder, porque saben engañar con frases fabricadas, alimentando el odio de clases, poniendo en contra a hermano contra hermano; prometiendo desarrollo, economías sanas y entendimientos con la sociedad, cuando en ellos mismos han sido los causantes de los problemas que se viven día a día. ¡Triste realidad la que vivimos!
Estimados amigos y colegas de esta gran Universidad:
Cada año que culmina debería servirnos para evaluar las áreas de nuestras vidas. Evaluarlas desde la perspectiva profesional, social y religiosa. Cada uno de nosotros debería ser un portavoz de cambio, un promotor de paz, un artesano de una cultura de concordia y respeto por uno mismo. Deberíamos de tener noches de paz, noches de amor, para que todos duerman en rededor de valores y esperanza. Para ello, es necesario fundamentar nuestra existencia en principios y valores sólidos, positivos y que tengan robustez para ser heredados a las generaciones siguientes.
Sinceramente, con solo que hubiese respeto los unos por los otros, la vida sería diferente. Esta sociedad que se hunde en el fango de la idolatría al dinero, que miente con cinismo y abiertamente, que se deleita en la falsedad, el odio y la violencia, debería de cambiar, debería promover el respeto humano y debería sancionar a aquellos que se lucran de toda esta escoria social que cada día es como que se institucionalizara.
Soy antropólogo que creo en la verdad, en la sinceridad, en el respeto a las diferencias y sobre todo, que anhela un país diferente al que hoy tenemos. Creo que se puede lograr pero con personas honestas, sinceras y que hablan verdad entre sus amigos.
En esta Navidad que estamos a las puertas de celebrar, pongamos nuestras fuerzas en volver a los orígenes de esa creencia cristiana, la cual es buena y necesaria. Necesitamos que unamos cada voluntad por un cambio sincero y sostenido. Ustedes pueden hacerlo. No importa si es poco o mucho, tal cual se dice en la letra del Niño del Tambor:
Yo quisiera poner a tus pies
algún presente que te agrade señor,
mas tú ya sabes que soy pobre también,
y no poseo más que un viejo tambor.
¡En tu honor frente al portal tocaré
Con mi tambor!
Hagamos en esta Navidad que suene el deseo por un mundo mejor, para nuestra familia, para nuestro pueblo; El Salvador clama por la paz, no más miedo, no más engaños, no más mentiras y no más derramamiento de sangre y dolor, para vivir cada día el amor al prójimo como lo expresó Jesús, el hijo del hombre nacido en Belén. Ese es mi deseo.
¡Felices fiestas de Navidad!
Ramón D. Rivas
Dirección de Cultura
Universidad Tecnológica de El Salvador
Comunicado Institucional
La Universidad Tecnológica de El Salvador, profundamente conmovida e indignada por el homicidio cobarde y sin sentido de sus alumnos: Jonathan Josué Melgar Romero y Rafael Funes Escalante, EXPRESA:
- Su rechazo a la situación de angustia y pena que se impone sin límites a la mayoría de la población y expresa su solidaridad a las familias dolientes que deben ahora, enfrentar en soledad la pérdida de seres queridos. También deseamos expresar al Estado responsable de la seguridad, que ya no es posible pedir al pueblo que sufre la violencia criminal, que tenga paciencia y que tenga comprensión. Las afrentas y el daño son tan graves, tan generales, tan llenos de maldad, de impunidad y cinismo, que tienen a las víctimas sin esperanzas, sin futuro y sin voluntad para resistir más allá del punto al que hemos llegado.
- La Universidad también desea reconocer y lamentar el sufrimiento que experimentan el personal de la Fuerza Armada y de la Policía Nacional Civil y sus familias, lo mismo que otros sectores importantes de la sociedad relacionados con el control del delito y de los delincuentes, por lo que expresa a quienes también hoy son víctimas, su absoluta solidaridad. Respecto a esta situación, debe pedir a la autoridad que corresponde, responsable de la dirección y planificación de la lucha institucional contra el crimen de las pandillas y de la delincuencia organizada, evaluar con seriedad, con criterios técnicos y en comunión con otras instituciones relacionadas, la forma de enfrentar una situación que ya ha rebasado ampliamente las crisis de otros tiempos y que ha llegado desgraciadamente, a mostrar una realidad aterradora que llena a la familia salvadoreña, de miedo, impotencia, resentimiento por sentirse solo, de abandono y de fatal resignación. La información más reciente de que un agente policial asesinado había detectado vigilancia y seguimiento sospechoso y que había informado el caso a la superioridad, no llena de esperanza ni de confianza a la población, cuando conoce que el desenlace es justamente el que la víctima había presentido.
La misma situación es la que sufre la gran mayoría de la población, casi siempre la más humilde, víctima en sus domicilios y en sus lugares de trabajo de la extorsión y el sometimiento que le impone el grupo criminal, cuyas demandas se esfuerza por cumplir hasta con sacrificios, pero que, finaliza con la ejecución de la amenaza, que por cualquier motivo, el delincuente termina por realizar dando muerte al infortunado. Es verdad que en muchos casos la comunidad no se decide por hacer denuncias, porque por algún motivo, siente que su situación, si denuncia, solo cambiará para agravarse. Hay que ganarse la confianza de la gente, porque la extorsión y el crimen de las pandillas es factible de resolver antes de que ocurra el crimen que termina con la vida de la víctima. Las labores de inteligencia y de acercamiento por canales que sean publicitados y con actuaciones que den confianza a la población en su policía es la única forma de terminar con este flagelo de la pandilla. La policía debe ser transparente en sus funciones y debe proclamar que está sin duda y con firmeza del lado de la ciudadanía honrada.
Los gobiernos locales, la empresa privada, las iglesias y todas las demás instituciones, incluidas la escuela y la academia, deben firmar ya un compromiso de acción coordinada para terminar con la violencia, seguros de que el comienzo tiene que dirigirse a combatir la pobreza, la falta de oportunidades, la atención a la familia, la reactivación y la creación de carreras técnicas o vocacionales, la atención de nuestros exiliados que son deportados, entre tanta realidad que es necesario reconocer.
Hace trece años, en un confuso enfrentamiento falleció VERÓNICA LIZETTE LARA LÓPEZ, apreciada docente de nuestra Universidad. En aquel momento expresamos nuestra convicción de que era el momento de la decisión, de actuar con energía y audacia para realizar lo que fuera útil y necesario, para derrotar a la violencia criminal. Ahora de nuevo, la Universidad y la familia salvadoreña están postradas en el temor, en el miedo, en la angustia y la desesperanza por el crimen sin piedad y sin motivo, para confiar en que por fin triunfará el bien sobre la maldad. En el nombre de VERÓNICA, JONATHAN Y RAFAEL, de sus amados familiares, de todas las demás víctimas y del pueblo en general, PEDIMOS, EXIGIMOS que se detenga ya esta locura que nos destruye.
Es tiempo de ser solidarios
La Navidad, el fin de año y el inicio de uno más se prestan para generar ese ambiente en el que la solidaridad y la capacidad de dar están a flor de piel. La época coincide, de hecho, con la conmemoración el 20 de diciembre del Día Internacional de la Solidaridad Humana, decretado por la Organización de las Naciones Unidas debido a que “la solidaridad es uno de los valores fundamentales y universales en que deberían basarse las relaciones entre los pueblos del siglo XXI”.
La solidaridad es, sin duda, un valor muy importante, sobre todo, en los tiempos que vivimos. Quizá es uno de los más conocidos, pero, ¿qué tanto lo practicamos? Qué tan conscientes estamos de que, para ser considerados una persona solidaria no necesitamos realizar grandes obras por los demás; a veces, en las pequeñas cosas está el verdadero significado de darnos a los demás.
En un entorno en el que lo material es tan valorado, es fácil ignorar que, incluso, el tiempo y el afecto que mostramos a otras personas nos hacen solidarios. ¿Y qué hay de malo en que la solidaridad empiece con nuestros seres más cercanos? Muchas veces no dedicamos el suficiente tiempo a nuestra familia y amigos, sin darnos cuenta de que el verdadero valor de lo que hacemos se encuentra en las personas que amamos.
La solidaridad nos pide ir más allá de nosotros mismos, de nuestros intereses personales y buscar el bien común. Nos pide, más que darnos cuenta de los problemas de otros, tomar acción y buscar soluciones.
Y hay más: en general existen dos tipos de solidaridad: la circunstancial y la comprometida. La primera, que es esporádica, se refiere a las acciones que realizamos cuando se requiere de nuestra ayuda, como las donaciones de dinero, juguetes, víveres, entre otros. La solidaridad comprometida, por el contrario, es aquella que se practica recurrentemente, al grado de dedicar toda nuestra vida a obras en beneficio de los demás.
Los seres humanos somos por naturaleza solidarios, vivimos en comunidad y a muchos nos gusta compartir hasta lo poco que tenemos. Nuestra historia como país registra momentos en los que la solidaridad ha sido más que evidente. A los salvadoreños se nos conoce por ser amables y hospitalarios, nos identificamos con los problemas de otros, muchas veces hasta sin conocernos entre nosotros.
Tristemente, los tiempos que vivimos nos llevan a veces a olvidar este valor tan importante. El individualismo nos ha llevado a una situación en la que llegamos a volver la vista hacia otro lado cuando alguien necesita nuestra ayuda. En el tráfico que día a día sufrimos en las calles podemos ver lo intolerantes en que nos hemos convertido.
Pareciera que ya no nos asombramos por la muerte de una persona más, o porque un niño se quede sin padre o sin madre, porque una comunidad entera tuvo que huir por inseguridad o porque un funcionario robó al país.
Independientemente de cual sea nuestro credo o ideología, creemos que hay acuerdo en que es necesario y urgente cambiar la realidad del país; que necesitamos recuperar los valores, la empatía, la humanidad. No podemos continuar con este rumbo; es insostenible, pero no imposible de cambiar si todos nos lo proponemos.
Este es un excelente momento para reflexionar. Estamos a las puertas de un nuevo año y deseamos que por mucho sea mejor que el actual. Si usted tiene la posibilidad de compartir un poco de lo que tenga con otra persona, no solo estará siendo solidario, estará sembrando una buena semilla que dará frutos en el futuro. Porque nada se compara con la satisfacción de ver a otra persona feliz sin recibir nada a cambio.
Todos podemos ser un impacto positivo y trascender hacia un país mejor. Hoy, y siempre, es tiempo de ser solidarios.
Jóvenes: el futuro es ahora
Más de un millón de personas de la población salvadoreña son jóvenes. Según las cifras presentadas en 2014 por la Dirección General de Estadística y Censos (Digestyc), los jóvenes de entre 15 y 24 años representan más del 20 % de los habitantes de El Salvador; y las proyecciones indican que en las próximas décadas, hasta 2050, la población juvenil comenzará a descender en número hasta que gran parte de esta alcance la adultez.
Para muchos los jóvenes son el futuro. A nuestro juicio, estos no son solo una promesa de desarrollo venidero; son tanto o más importantes en el presente, dependiendo en gran parte de la responsabilidad que hoy asuman en su decidir y actuar, pues —como las proyecciones de la Digestyc lo pronostican— el porcentaje de la generación joven actual en unos años pasará a formar parte de la adultez.
El papel que deben asumir los jóvenes para el desarrollo del país es muy importante. Como universidad, nos podemos dar cuenta de la gran cantidad que estudia y trabaja simultáneamente. Muchos de ellos deben estar a las 6:30 de la mañana en clase, ir a sus trabajos, regresar a la universidad en la tarde y salir a las 8 de la noche, estudiar sábados e incluso domingos. Estos esforzados estudiantes —que son una mayoría— salen adelante cada día porque tienen sus metas bien trazadas y tienen claro que su empeño los llevará muy lejos.
Pero ¿cómo animar a otros jóvenes para que sigan ese camino? Sabemos que la situación de inseguridad que actualmente se vive en el país es uno de los mayores peligros para la juventud; aunado a eso está la falta de oportunidades laborales. Estos son solo un par de factores que incluso obligan a muchos a migrar fuera de nuestras fronteras. Si bien es cierto este panorama no es alentador, también existen muchas razones para seguir adelante y no desistir de realizar los sueños de superación.
Conocemos el importante rol de la familia en la formación de los jóvenes. La crisis que vive el país es en gran medida provocada por la falta de valores; muchas veces los niños no tienen en sus hogares los mejores modelos a seguir, lo cual provoca que crezcan sin un rumbo determinado que los lleva por el camino equivocado. Es por eso que la unión familiar es trascendental, pero también lo es la enseñanza de valores.
En la Utec apostamos por la formación, pero no solo la profesional, porque tenemos la responsabilidad de entregar a la sociedad ciudadanos integrales, que ejerzan un impacto positivo en ella. Nuestro proceso de formación incluye el desarrollo de principios, valores y actitudes que impactan en el crecimiento personal y social del individuo, porque creemos que un pueblo que se educa prospera, pero uno que se forma va más allá, cambia y trasciende.
Sin duda, la educación superior es uno de los proyectos que todo joven debería considerar. Para cambiar la realidad en la que vivimos, formarse profesionalmente es una de las vías que permitiría alcanzar la superación personal. En muchas ocasiones se han visto casos en los que los jóvenes que provienen de la zona rural, de escasos recursos o que han vivido situaciones de conflicto son algunos de los más sobresalientes estudiantes, demostrando así que el entorno en el que se vive no debe ser necesariamente el reflejo del futuro de las personas.
Apostar por la educación debe ser el objetivo principal de los jóvenes, pues ello no solo les garantiza bienestar personal y familiar, sino que a la vez coadyuvará a que el país se desarrolle más y mejor. Ahora existen diversas opciones para estudiar; la educación virtual es una de ellas, pues brinda la oportunidad de alternar trabajo y estudio fácilmente.
El camino del emprendimiento también puede conducir a la superación. Muchos jóvenes que han establecido sus propios negocios han tenido éxito. La tecnología en la actualidad está brindando diversas oportunidades. Las aplicaciones, el diseño, los videojuegos son solo algunas de las áreas en las que los jóvenes se pueden especializar e, incluso, en las que crear sus propias empresas y con ello generar hasta nuevos empleos.
Los jóvenes, sin lugar a dudas, pueden hacer la diferencia. Las instituciones privadas y el Gobierno debemos facilitarles las oportunidades, pues son muy necesarias para su buen desempeño. Pero ellos también deben asumir la responsabilidad que les demanda la realidad nacional; trabajar para cumplir las metas, no esperar a que otros realicen los cambios urgentes y necesarios. Tienen que intervenir mediante acciones que —no solo en el futuro, sino también en el aquí y ahora— contribuyan para tener un mejor país para todos.
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