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El nacimiento del Cordero de Dios

Por Ramón D. Rivas

Universidad Tecnológica de El Salvador

Diciembre 2019

 

Honorable señor presidente de esta nuestra casa de estudios superiores, muy estimadas autoridades, colegas todos.

 

Para muchos, el mes de diciembre significa alegría y regalos. Es una de las celebraciones anuales que más réditos les generan a los comerciantes, a los medios de comunicación y a todas personas que recibe algún beneficio económico o material.

La Navidad es una fecha que se viene celebrando desde el año 200 después de la muerte del Mesías, el Hijo de Dios. Es una fecha que despierta sentimientos encontrados para los cristianos no católicos por los orígenes históricos que tiene la celebración. Solo por mencionar algunos aspectos en los cuales hay diferencias de opinión: en cuanto a la fecha exacta del nacimiento de Jesús. Recientes hallazgos señalan que fue en septiembre; para otros fue en abril. Además, el sincretismo religioso que se dio entre la religión pagana de los romanos con el cristianismo generó en los primeros cristianos muchas diferencias entre celebrar o no celebrar el nacimiento de Jesús el Cristo el 25 de diciembre.

También debemos reconocer que la fuerte influencia de las culturas norteamericana y europea ha hecho de esta fecha una oportunidad para el comercio, el ocio y el intento de rescatar valores familiares. Los resultados son exitosos, ya que en nuestras calles suena más el nombre de Santa Claus que el de Jesús, el Mesías anunciado.

Otras culturas, como las asiáticas, prefieren no celebrar estas fiestas, sobre todo por el tipo de religión que practican. Otros por cuestiones políticas se apartan de estas fiestas; y en el caso de los judíos, el Mesías que los redimirá aún no ha llegado.

No obstante, pese a todo lo antes dicho, debemos aceptar que son millones de personas alrededor del mundo que ven la natividad o nacimiento de Jesucristo como un hecho histórico y muy difícil de ocultar. ¿Por qué? Porque su nacimiento fue esperado y anunciado, miles de años atrás, por los profetas de Israel; y su venida significaría un cambio para la humanidad entera.

Jesús, Jesucristo o el Mesías de Dios, es el cumplimiento de la promesa divina de dar esperanza de vida, restauración y redención. (No entraré en detalles de cada uno de estos temas teológicos porque toca a otros exponerlo. Yo solo quiero hacer reflexionar sobre la importancia del nacimiento de Jesús para la humanidad.)

Pues bien, todo sabemos y estamos de acuerdo que Jesús nació en Belén de Judá. Su nacimiento es relatado por dos evangelios de la Biblia: Mateo y Lucas; ambos hacen una narración complementaria desde su enfoque. Lucas, por ejemplo en el capítulo 2 versículos del 1 al 20, lo narra como el niño nacido en una sociedad pobre y sin esperanza: “Y dio a luz a su hijo primogénito; le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”. Mateo lo presenta como el hijo prometido a la humanidad: “He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros”. “Y tú, Belén, tierra de Judá, de ningún modo eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un gobernante que pastoreará a mi pueblo Israel.”

Los otros dos evangelios muestran no el nacimiento, sino su obra por la cual él vino a la tierra. Juan lo presenta como el Cordero de Dios; y cuando a Jesús se le llama el Cordero de Dios, en Juan 1:29 y Juan 1:36, es en referencia a que él es el perfecto y último sacrificio por el pecado. Para poder entender quién es Cristo y lo que él hizo, debemos comenzar con el Antiguo Testamento, el cual contiene profecías concernientes a la venida de Cristo como una “ofrenda por el pecado” (Isaías 53:10). De hecho, todo el sistema sacrificial establecido por Dios en el Antiguo Testamento sirvió de base para la venida de Jesucristo, quien es el perfecto sacrificio que Dios proveería como expiación por los pecados de Su pueblo (Romanos 8:3; Hebreos 10).

Dicho lo anterior, me atrevo a decir que la mayoría de los cantos navideños que reflejan el nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios, intentan grabar en nuestra mente esta maravillosa historia que la humanidad no puede negar ni olvidar. Es una historia donde se anuncia que, desde ese momento que él vino a nacer en Belén de Judá, la esperanza en Dios no era en vano. ¿Esperanza por qué y para qué? Pues, si ustedes observaron en cómo lo describen Mateo y Juan, se muestra una esperanza de que la maldad del ser humano no sería para siempre, ya que el amor y el perdón de Dios vendría en auxilio de los necesitados.

La humanidad miró en Jesús la esperanza de paz, amor y solidaridad. No importa dónde vivamos, nuestra posición social y nuestra cultura. Esa esperanza es para toda persona que ve en él la promesa cumplida. La esperanza de un mejor mañana es posible, también son posibles profesionales honestos, amigos sinceros, trabajadores leales. Y todo aquello que es posible creo que puede nacer de la esperanza que el niño Jesús trajo con su nacimiento.

Veamos a continuación letra navideña titulada “Noche Divina” escrita en el siglo XIX por Placide Cappeau.

Santa la noche

Hermosas las estrellas

La noche en que nació El Salvador

Tanto esperó

El mundo en su pecado

Hasta ese día

En que Cristo llegó

Una esperanza al mundo regocija

La luz de un nuevo día al fin brilló

Hoy, adorad

Los ángeles lo anuncian

Oh Noche Divina

Nació El Salvador

Nos libertó

Rompió nuestras cadenas

Su ley, su amor y su paz

Se nos dio

Nos enseñó

Amarnos uno al otro

Y en su nombre ya no hay más opresión

Con gratitud

Traemos alabanzas

La gloria y el poder

Son del Señor

Este compositor deja ver en su canto la esencia de la Navidad, que hoy en día es sustituida por otros personajes de la fantasía humana. Me refiero a “Santa Claus”, Rodolfo el Reno, campanas, árbol, luces y otras tantas cosas que están restando espacio a la verdadera Navidad: el nacimiento del Salvador, del niño que trajo esperanza de que el malo no será para siempre, de que hay otra opción para el humano que piensa que las riquezas y el poder lo harán feliz.

Yo invito a todos ustedes a hacer que en cada celebración navideña la gente enfoque su mirada en el actor principal de la celebración: Jesús, el Cordero que llegó para quitar la culpa del ser humano, dar esperanza por dolor, amor en vez de odio y reconciliación en vez de enemistad.

Nuestra sociedad necesita mucho de la verdadera Navidad. Creo que las Navidades cargadas de consumismo nos han demostrado que solo traen tristeza y melancolía. Las Navidades con Jesús eran de mirar hacia adelante, pensar que la justicia y la verdad son posibles con Dios y que nada podrá sustituir el verdadero nacimiento de Jesús.

Señor presidente, para finalizar, me dirijo de forma directa a todos los que formamos parte de esta casa de estudios superiores, la gran familia Utec, y no importa el credo que profesemos: que vivamos esta fiesta con devoción y con el pensamiento dirigido al Señor Niño; y sin olvidar el amor al prójimo, el amor a los más desfavorecidos de nuestra sociedad, que son muchos, y los veamos; y practiquemos, no solo en esta fiesta, la solidaridad. Pero también no olvidemos a los ‘hermanos lejanos’, pues en estos días es cuando más recuerdan su país; y que no todos viven como debiera ser. Para la gran mayoría las vicisitudes son muchas y variadas. Y con esto quiero decir que todos, como una gran familia, nos unamos en plegarias de esperanza y prosperidad.

¡Feliz Navidad!