Para hacer la diferencia
Los primeros días del año 2018 trajeron consigo al menos tres hechos trascendentales para el futuro del país: el inicio oficial de la campaña electoral de cara a las elecciones legislativas y municipales del mes de marzo, la tardía aprobación del presupuesto general de la nación, entre algunos señalamientos de inconstitucionalidad y desfinanciamiento; así como el anuncio del gobierno estadounidense sobre la finalización del beneficio del Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), que amparaba a cerca de 200 mil salvadoreños residentes en esa nación.
Son temas de interés nacional que, si acaso, y pese a su impacto, ocupan y preocupan con la seriedad que corresponde, solo a algunos; y no se vuelven asunto de discusión cotidiana para la mayoría, como sería el ideal, salvo como motivo de jocosos ejercicios de creatividad que inundan el ciberespacio, en una actitud que pareciera pretender ignorar los riesgos que como país enfrentamos, como si al ignorarlos o vestirlos de humor se conjuraran su realidad y efectos.
¿Y qué del deseable escenario de propiciar un debate serio y propositivo, que tenga como motivación el interés del país y no beneficios particulares? Eso es, sin duda, muy importante; pero, contra lo que pudiera anticiparse, no se dedicará este espacio al análisis y discusión sobre eventos electorales, presupuestos y la situación migratoria de nuestros compatriotas en Estados Unidos, sino a una expresión cultural que impide que seamos todos, en realidad, quienes definamos nuestro destino como país, mientras seguimos permitiendo que sean otros, a quienes, por omisión o comisión, hemos entregado la potestad de representarnos, quienes lo hagan.
La Universidad Tecnológica de El Salvador cree que, más allá de desencantos con la llamada clase política —partidaria—, los salvadoreños debemos dejar de señalar y superar la apatía que pareciera haberse extendido sobre el país; esta institución cree que podemos recuperar el concepto de ciudadanía, entendida esta como una actividad deseable, que implica participación en la comunidad y que requiere un gran énfasis en las responsabilidades y virtudes.
La Utec visualiza ciudadanos capaces de transformar un mundo en el que todos reclamamos, tenemos una opinión y creemos tener la solución para todo; en el que pensamos que, si estuviéramos en el lugar del otro, lo haríamos mejor. Un mundo en el que siempre opinamos o criticamos, pero muy pocas veces hacemos. De ahí el concepto que desarrolla nuestra comunicación institucional: Sé el que hace. Hagamos la diferencia.
El nuestro es un mensaje que invita a ser el que hace y hacer la diferencia, a asumir un rol activo, a dejar de decir y empezar a actuar, a ser parte de la solución, a tomar las riendas de nuestro destino, a sentirnos orgullosos de lo que juntos podemos alcanzar. No obstante, sabemos que no basta con llamados inspiradores, por lo que acompañamos esas expresiones con acciones institucionales concretas, como la adopción de un modelo educativo orientado a desarrollar en los estudiantes la capacidad de resolver problemas en situaciones concretas de la vida.
Impulsamos también la investigación, como medio para conocer la realidad, que luego intervenimos mediante la proyección social; promovemos una cultura de respeto a principios y valores en nuestra comunidad educativa, establecemos alianzas nacionales e internacionales para vincularnos con otras realidades y nos comprometemos con la calidad y la mejora continua que avalan las acreditaciones.
Con su acción formativa, la Utec hace la diferencia, convencida de que todos podemos hacerlo; no importa la dimensión ni el ámbito de acción, lo esencial es empezar a actuar, a hacer las cosas de manera diferente e introducir el cambio evolutivo como una constante en nuestras vidas. Podemos empezar a hacer la diferencia reflexionando sobre qué podemos y debemos hacer en un mundo donde todos critican, donde todos reclaman, donde sobran los pretextos, donde todos se conforman y nadie se compromete. Luego, ¡actuemos!
El Salvador, nuestra patria, demanda ciudadanos que contribuyan efectivamente a su desarrollo, seres humanos capaces de asumir equilibradamente sus derechos y responsabilidades, para consigo mismos y con los demás, seres humanos con sensibilidad y capacidad crítica. Todavía podemos asumir y enfrentar el reto, aún estamos a tiempo de construir un legado positivo que trascienda y haga la diferencia. ¿Estamos dispuestos a hacerlo?
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