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Es tiempo de ser solidarios

La Navidad, el fin de año y el inicio de uno más se prestan para generar ese ambiente en el que la solidaridad y la capacidad de dar están a flor de piel. La época coincide, de hecho, con la conmemoración el 20 de diciembre del Día Internacional de la Solidaridad Humana, decretado por la Organización de las Naciones Unidas debido a que “la solidaridad es uno de los valores fundamentales y universales en que deberían basarse las relaciones entre los pueblos del siglo XXI”.

La solidaridad es, sin duda, un valor muy importante, sobre todo, en los tiempos que vivimos. Quizá es uno de los más conocidos, pero, ¿qué tanto lo practicamos? Qué tan conscientes estamos de que, para ser considerados una persona solidaria no necesitamos realizar grandes obras por los demás; a veces, en las pequeñas cosas está el verdadero significado de darnos a los demás.

En un entorno en el que lo material es tan valorado, es fácil ignorar que, incluso, el tiempo y el afecto que mostramos a otras personas nos hacen solidarios. ¿Y qué hay de malo en que la solidaridad empiece con nuestros seres más cercanos? Muchas veces no dedicamos el suficiente tiempo a nuestra familia y amigos, sin darnos cuenta de que el verdadero valor de lo que hacemos se encuentra en las personas que amamos.

La solidaridad nos pide ir más allá de nosotros mismos, de nuestros intereses personales y buscar el bien común. Nos pide, más que darnos cuenta de los problemas de otros, tomar acción y buscar soluciones.

Y hay más: en general existen dos tipos de solidaridad: la circunstancial y la comprometida. La primera, que es esporádica, se refiere a las acciones que realizamos cuando se requiere de nuestra ayuda, como las donaciones de dinero, juguetes, víveres, entre otros. La solidaridad comprometida, por el contrario, es aquella que se practica recurrentemente, al grado de dedicar toda nuestra vida a obras en beneficio de los demás.

Los seres humanos somos por naturaleza solidarios, vivimos en comunidad y a muchos nos gusta compartir hasta lo poco que tenemos. Nuestra historia como país registra momentos en los que la solidaridad ha sido más que evidente. A los salvadoreños se nos conoce por ser amables y hospitalarios, nos identificamos con los problemas de otros, muchas veces hasta sin conocernos entre nosotros.

Tristemente, los tiempos que vivimos nos llevan a veces a olvidar este valor tan importante. El individualismo nos ha llevado a una situación en la que llegamos a volver la vista hacia otro lado cuando alguien necesita nuestra ayuda. En el tráfico que día a día sufrimos en las calles podemos ver lo intolerantes en que nos hemos convertido.

Pareciera que ya no nos asombramos por la muerte de una persona más, o porque un niño se quede sin padre o sin madre, porque una comunidad entera tuvo que huir por inseguridad o porque un funcionario robó al país.

Independientemente de cual sea nuestro credo o ideología, creemos que hay acuerdo en que es necesario y urgente cambiar la realidad del país; que necesitamos recuperar los valores, la empatía, la humanidad. No podemos continuar con este rumbo; es insostenible, pero no imposible de cambiar si todos nos lo proponemos.

Este es un excelente momento para reflexionar. Estamos a las puertas de un nuevo año y deseamos que por mucho sea mejor que el actual. Si usted tiene la posibilidad de compartir un poco de lo que tenga con otra persona, no solo estará siendo solidario, estará sembrando una buena semilla que dará frutos en el futuro. Porque nada se compara con la satisfacción de ver a otra persona feliz sin recibir nada a cambio.

Todos podemos ser un impacto positivo y trascender hacia un país mejor. Hoy, y siempre, es tiempo de ser solidarios.