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Jóvenes: el futuro es ahora

Más de un millón de personas de la población salvadoreña son jóvenes. Según las cifras presentadas en 2014 por la Dirección General de Estadística y Censos (Digestyc), los jóvenes de entre 15 y 24 años representan más del 20 % de los habitantes de El Salvador; y las proyecciones indican que en las próximas décadas, hasta 2050, la población juvenil comenzará a descender en número hasta que gran parte de esta alcance la adultez.

Para muchos los jóvenes son el futuro. A nuestro juicio, estos no son solo una promesa de desarrollo venidero; son tanto o más importantes en el presente, dependiendo en gran parte de la responsabilidad que hoy asuman en su decidir y actuar, pues —como las proyecciones de la Digestyc lo pronostican— el porcentaje de la generación joven actual en unos años pasará a formar parte de la adultez.

El papel que deben asumir los jóvenes para el desarrollo del país es muy importante. Como universidad, nos podemos dar cuenta de la gran cantidad que estudia y trabaja simultáneamente. Muchos de ellos deben estar a las 6:30 de la mañana en clase, ir a sus trabajos, regresar a la universidad en la tarde y salir a las 8 de la noche, estudiar sábados e incluso domingos. Estos esforzados estudiantes —que son una mayoría— salen adelante cada día porque tienen sus metas bien trazadas y tienen claro que su empeño los llevará muy lejos.

Pero ¿cómo animar a otros jóvenes para que sigan ese camino? Sabemos que la situación de inseguridad que actualmente se vive en el país es uno de los mayores peligros para la juventud; aunado a eso está la falta de oportunidades laborales. Estos son solo un par de factores que incluso obligan a muchos a migrar fuera de nuestras fronteras. Si bien es cierto este panorama no es alentador, también existen muchas razones para seguir adelante y no desistir de realizar los sueños de superación.

Conocemos el importante rol de la familia en la formación de los jóvenes. La crisis que vive el país es en gran medida provocada por la falta de valores; muchas veces los niños no tienen en sus hogares los mejores modelos a seguir, lo cual provoca que crezcan sin un rumbo determinado que los lleva por el camino equivocado. Es por eso que la unión familiar es trascendental, pero también lo es la enseñanza de valores.

En la Utec apostamos por la formación, pero no solo la profesional, porque tenemos la responsabilidad de entregar a la sociedad ciudadanos integrales, que ejerzan un impacto positivo en ella. Nuestro proceso de formación incluye el desarrollo de principios, valores y actitudes que impactan en el crecimiento personal y social del individuo, porque creemos que un pueblo que se educa prospera, pero uno que se forma va más allá, cambia y trasciende.

Sin duda, la educación superior es uno de los proyectos que todo joven debería considerar. Para cambiar la realidad en la que vivimos, formarse profesionalmente es una de las vías que permitiría alcanzar la superación personal. En muchas ocasiones se han visto casos en los que los jóvenes que provienen de la zona rural, de escasos recursos o que han vivido situaciones de conflicto son algunos de los más sobresalientes estudiantes, demostrando así que el entorno en el que se vive no debe ser necesariamente el reflejo del futuro de las personas.

Apostar por la educación debe ser el objetivo principal de los jóvenes, pues ello no solo les garantiza bienestar personal y familiar, sino que a la vez coadyuvará a que el país se desarrolle más y mejor. Ahora existen diversas opciones para estudiar; la educación virtual es una de ellas, pues brinda la oportunidad de alternar trabajo y estudio fácilmente.

El camino del emprendimiento también puede conducir a la superación. Muchos jóvenes que han establecido sus propios negocios han tenido éxito. La tecnología en la actualidad está brindando diversas oportunidades. Las aplicaciones, el diseño, los videojuegos son solo algunas de las áreas en las que los jóvenes se pueden especializar e, incluso, en las que crear sus propias empresas y con ello generar hasta nuevos empleos.

Los jóvenes, sin lugar a dudas, pueden hacer la diferencia. Las instituciones privadas y el Gobierno debemos facilitarles las oportunidades, pues son muy necesarias para su buen desempeño. Pero ellos también deben asumir la responsabilidad que les demanda la realidad nacional; trabajar para cumplir las metas, no esperar a que otros realicen los cambios urgentes y necesarios. Tienen que intervenir mediante acciones que —no solo en el futuro, sino también en el aquí y ahora— contribuyan para tener un mejor país para todos.