Prevención: la única cura
La única forma de luchar contra la infección del virus del zika es previniéndola: evitar los criaderos de mosquitos. Así lo ha declarado la Organización Mundial de la Salud (OMS). El zika es provocado por el zancudo Aedes aegypti, es el mismo que produce el dengue y la chikungunya.
Al principio de lo que hoy es una pandemia, el mal no parecía tan grave, pues sus padecimientos eran, aparentemente, más leves que los de las otras dos enfermedades. Sin embargo, ahora se conoce que este virus está asociado al síndrome de Guillain-Barré (el sistema de defensa del cuerpo [inmunitario] ataca parte del sistema nervioso por error, resultando en inflamación de nervios que ocasiona debilidad muscular o parálisis y otros síntomas) y, muy probablemente, a la microcefalia (desarrollo insuficiente del cráneo, casi siempre acompañado de atrofia cerebral en recién nacidos) de madres infectadas, lo cual ha provocado alarma internacional.
Esta emergencia incluye a El Salvador, al grado que el Ministerio de Salud (Minsal) ha recomendado a las mujeres no embarazarse durante 2016 y 2017 por el riesgo que correrían los neonatos en este sentido. También se están realizando jornadas de prevención, control y eliminación de criaderos de zancudos por parte del Minsal y la Dirección General de Protección Civil.
La gravedad de este brote —que ya está presente en 24 países de América— es comparada con la de la gripe H1N1 y la del virus del Ébola, por lo que es necesario considerar en serio el daño que causa su propagación en la población y la economía. Por ejemplo, una recomendación de no viajar a los países afectados por este virus hecha por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades, con sede en Atlanta, según expertos, afectará la economía de países como Brasil, Colombia y, por supuesto, El Salvador, donde hay una creciente afluencia de turistas.
Otra de las consecuencias que este virus trae consigo es el impacto en el sistema de salud nacional, en la inversión en medicamentos, en el personal hospitalario y en los espacios para tratar a los pacientes. En el caso del síndrome de Guillain-Barré, puede llevar largos períodos de rehabilitación, generando pérdidas de empleo o, en el peor de los casos, hasta la muerte. La microcefalia puede acarrear retardo físico y mental en los niños, lo que afectará, sin duda, su desarrollo futuro en general.
De acuerdo con la OMS, este letal virus puede llegar a afectar a tres o cuatro millones de personas en el mundo. Por ahora no existe tratamiento; tampoco hay una vacuna, y, según el Centro de Prevención y Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), no la habrá pronto.
Si bien es cierto aún no está científicamente comprobado que los casos de microcefalia estén vinculados con el zika, es necesario que todas las mujeres embarazadas —principalmente en los primeros meses— tomen las medidas necesarias y consulten con un médico ante cualquier síntoma asociado dicha infección. También es necesario proteger a los adultos mayores y a los niños, ya que suelen ser los más vulnerables en estos casos. Los mosquiteros y los repelentes se vuelven indispensables, pero, más que eso, la eliminación de los criaderos de zancudos.
Tomar conciencia de las graves consecuencias que podría tener en el país y en el mundo esta pandemia pasa por la necesidad de que cada persona, cada familia, cada institución, tome cartas en el asunto para evitar criaderos de zancudos en su entorno. No debemos esperar a que los encargados de la salud pública visiten nuestras viviendas o lugares de trabajo para eliminarlos. Bastan unos minutos para hacer una revisión y constatar que no existan las condiciones para que este insecto se reproduzca. La mejor y —hasta el momento— única acción para combatir estos virus hasta erradicarlos es la prevención; y esta es responsabilidad de todos.
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